13 feb 2017

me gustaría vivir tantas vidas
que no sé cómo vivir la mía.

7 nov 2015

La risa de la Medusa



Marina Núñez, Sin título (medusas), 1994.


El continente oscuro no es oscuro ni inexplorable. —Está aún inexplorado sólo porque se nos ha hecho creer que era demasiado oscuro para ser explorable. Y porque quieren hacernos creer que lo que nos interesa es el continente blanco, con sus monumentos a la Carencia. Y lo creímos. Nos han fijado entre dos mitos horrorosos: entre la Medusa y el abismo. Esto sería suficiente para tener a medio mundo sonriendo, si no fuera porque aún ocurre. Porque la contradicción falologocéntrica está con nosotros, y es militante, regenerando las viejas pautas, anclada en el dogma de la castración. Ellos no han cambiado nada: ¡han teorizado su deseo como realidad!
Peor para ellos si se desmoronan al descubrir que las mujeres no son hombres, o que la madre no tiene uno. ¿Pero no es este miedo conveniente para ellos? ¿No sería lo peor, no es lo peor, en realidad que las mujeres no estén castradas, que sólo tengan que dejar de escuchar a las Sirenas (ya que las Sirenas eran hombres) parqa que la historia cambie su significado? Sólo tienes que mirar a la Medusa de frente para verla. Y ella no es mortífera. Es bella y está sonriendo.
Los hombres dicen que hay dos cosas irrepresentables: la muerte y el sexo femenino. Eso es porque necesitan que la feminidad sea asociada a la muerte. ¡Es el temor que les endurece! Necesitan tenernos miedo. Mira a los temblorosos Perseos moviéndose marcha atrás hacia nosotras, cubiertos de talismanes contra los maleficios. ¡Qué encantadoras espaldas! No hay otro minuto que perder. Vámonos fuera de aquí.
Démonos prisa: el continente no es impenetrablemente oscuro. Yo he estado allí a menudo.

Hélène Cixous, La risa de la Medusa, en Elaine Marks e Isabelle de Courtivron (eds.) "New French Feminisms", Harvester, Londres y Nueva York, p. 255.

30 oct 2015

Desde el tiempo de mi niñez, no he sido
como otros fueron, no he visto
como otros vieron, no pude llevar
mis pasiones desde una común primavera.

De la misma fente no he tomado
mi pena; no se despertaría
mi corazón a la alegría con el mismo tono;
y todo lo que quise, lo quise solo.
Entonces —en mi niñez— en lo profundo
de una más tempestuosa vida, era dibujado
desde cada profundidad de lo bueno y lo malo
el misterio que todavía me ata;

desde el torrente o la fuente,
desde el rojo precipicio de la montaña,
desde el sol que alrededor de mí giraba
en este verano teñido de oro,
desde el rayo en el cielo
que pasaba junto a mí volando,
desde el trueno y la tormenta,
y la nube que tomó la forma
(cuando el resto del cielo era azul)
de un demonio a mi vista.


SOLO, Edgar Allan Poe
 
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